El próximo viernes 19 de marzo la Iglesia celebra la fiesta de San José. En el marco de esta celebración queremos compartir información sobre el Año de San José, inaugurado por el Papa Francisco, para que nuestra comunidad pueda aprovechar las gracias especiales del mismo.
El martes 8 de diciembre del pasado año, el Papa Francisco convocó el Año de San José para conmemorar los 150 años del decreto Quemadmodum Deus, con el cual el Beato Pío IX declaró a San José Patrono de la Iglesia universal.
Durante este año, la Iglesia Católica concederá indulgencias plenarias según una serie de condiciones establecidas por la Penitenciaría Apostólica, bajo las normas habituales de realizar la confesión sacramental, comunión eucarística y rezar por las intenciones del Santo Padre.
Algunas de las condiciones propuestas son rezar por los desempleados, confiar el trabajo diario a San José, realizar una obra de misericordia corporal o espiritual, o meditar por al menos 30 minutos el Padre Nuestro.
Para conocer más sobre cómo recibir la indulgencia plenaria y qué acciones realizar para recibirla los invitamos a leer el Decreto sobre la indulgencia plenaria en el año de San José.
A su vez, en el día inaugural de este año el Papa Francisco dió a conocer su Carta Apostólica Patris Corde (Con corazón de padre).
En ella el Santo Padre comenta: “quisiera —como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón” (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana. Este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia, en los que podemos experimentar, en medio de la crisis que nos está golpeando, que «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […] Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos». Todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud.”
En la Carta Apostólica el Santo Padre comparte 7 reflexiones sobre la figura de San José, descubriendo a este gran santo como:
- Padre amado
- Padre en la ternura
- Padre en la obediencia
- Padre en la acogida
- Padre de la valentía creativa
- Padre trabajador
- Padre en la sombra
Los invitamos a leer la Carta completa aquí.
Para terminar, los invitamos a rezar juntos como comunidad a San José y a encomendar nuestras vidas a su corazón de padre:
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.
Amén.