Queridos adoradores:
La Iglesia necesita una profunda renovación, una gran transformación, un fuerte impulso de santidad, una nueva generación de santos. Una Vida Nueva. Una comunidad con el fervor de la primera. Un espíritu que nos permita respirar la santidad de Dios.
¿Es posible hoy?
El Espíritu Santo ha suscitado, ya desde el siglo pasado, una corriente de Gracia que se ha manifestado en distintos momentos, lugares y estados de vida: un renovado fervor eucarístico.
La Eucaristía no es un carisma más en la Iglesia. La Eucaristía hace la Iglesia. Ella es fuente y culmen de toda la vida de la Iglesia. Contiene todo el tesoro espiritual de la Iglesia. La Eucaristía es Jesús.
Y Jesús nos da el Espíritu Santo: el Espíritu de santidad.
Juntos, en la Eucaristía, renovamos Pentecostés: en comunión con María, recibimos el Espíritu de Jesús.
El Reino de los Cielos ya está entre ustedes, anunciaba Jesús con su sola Presencia. Al reinar la Eucaristía, el Reino de Dios está entre nosotros. La Eucaristía nos permite, gracias al Espíritu que recibimos, ser todo de Dios como Cristo es todo del Padre. En la Eucaristía, le pertenecemos a Dios y Él, si vale la expresión, nos pertenece. Así como el Hijo es todo del Padre y el Padre todo del Hijo en la comunión del Espíritu Santo, en la Eucaristía participamos de la misma comunión. La santidad de Dios habita en nosotros.
La Eucaristía hace santos.
¿Es posible en esta generación frágil hablar de santidad y vivirla?
¡Sí! Es posible. Así como en un hospital a un enfermo lo que se le pide es recibir, no se le pide en primer lugar hacer; así la Eucaristía le permite a esta generación, que vive en debilidad, recibir la santidad de Dios.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero.
El Espíritu Santo suscita un camino de santidad a través de un renovado fervor eucarístico. El Reino de Dios está entre nosotros a través de la celebración y adoración diaria de la Eucaristía. No hace falta que otros lo vean o valoren; de todas maneras es fecundo. El Reino es como la pequeña porción de levadura que fermenta toda la masa; es la pequeña semilla de grano de mostaza que llega a ser la más grande de las hortalizas.
Un camino de santidad accesible para todos. Todos pueden adorar la Eucaristía. Nadie está excluido. La santidad de Cristo en la Eucaristía nos santifica. Y nos hace santificadores. No por nuestra santidad, sino por la santidad del Espíritu que nos habita.
Un camino de santidad humilde y grande a la vez: adorar todos los días la Eucaristía. Un compromiso: ser como la lámpara encendida del sagrario. Todos los días, un signo vivo de la Presencia Viva. Presentes ante el PRESENTE.
La fidelidad de Jesús en la Eucaristía nos invita a esa sencilla fidelidad que trata de vivir la primacía de la gracia y la escuela de comunión. Abrazados pues al Inmaculado Corazón de María, en el espíritu del Magníficat, viviremos consagrados al Corazón Eucarístico de Jesús, hasta que Dios sea todo en todos.
Así, encarnaremos la santidad a la cual somos llamados por el Bautismo.
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: ¡Ven, Señor Jesús!
Padre Gastón Lorenzo
Párroco
COMUNIDAD DE ADORADORES
Dentro de la comunidad Parroquial formamos una Comunidad de Adoradores para que en la capilla del Santísimo haya siempre alguien adorando y acompañando a Jesús Eucaristía.
Convocamos a quienes quieran sumarse a comprometerse con al menos una hora de adoración semanal, en un horario y día determinado (por ejemplo todos los lunes de 14:00 a 15:00hs).
Si queres ser parte de nuestra comunidad de adoradores, inscribite en el formulario o escribinos un mail a liturgiadelpilar@gmail.com