La chacra de Los Ombúes
El 11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó la ciudad de la Santísima Trinidad a orillas del Río de la Plata y en homenaje a Pedro de Mendoza le puso el nombre “Santa María de Buenos Aires” al puerto. El 24 de octubre realizó el reparto de suertes, parcelas de tierra con límites, 6 de las 65 futuras quintas estaban ubicadas en el actual barrio de la Recoleta.
La suerte número 5 correspondió a Rodrigo Ortíz de Zárate. Le puso por nombre Quinta de los Ombúes. Tenía por límites la barranca hacia el río y las actuales calles Ayacucho, Azcúenaga y Arenales aproximadamente. La zona era conocida como “Pago del Monte Grande”. Pago se lo llamaba porque había viñedos y Monte Grande se debía a los numerosos bosques de altura baja, los cuales llegaban hasta San Fernando. Los montes eran de baja altura y madera pobre, donde había muchos ombúes.
En 1606, Rodrigo Ortiz de Zárate vende la chacra a Francisco de Beaumont y Navarra, y en 1608 pasa a ser propiedad de Juan Domínguez de Palermo quien estaba ampliando sus tierras. Diez años después la adquiere Martín Dávila y Villavicencio, pasa por herencia a Enrique de Mendoza, quien la vende a Inés Romero de Santa Cruz y a Isabel Frías de Martel. Luego la obtiene Juan de Herrera y Hurtado, quien deja la quinta a su hija Gregoria casada con el capitán Fernando de Valdez e Inclán, quienes ceden la parte más elevada de su chacra a Juan de Narbona para que este edifique una iglesia y un convento para los frailes Recoletos de la orden franciscana, recién llegados de España en 1708. Fueron el fray Pedro de la Torre, el cabildo y el gobernador los que solicitaron permiso a su majestad el rey Felipe V para construir un templo para los frailes de la Recolección de San Pedro de Alcántara en la Trinidad, hoy Buenos Aires. Para esto contaban con una donación muy fuerte de Pedro de Bustinza.
En 1716 fray Diego de Ceballos, lego del convento, hace una nueva gestión ante la Corte logrando la real cédula autorizándolo. Para entonces ya habían muerto tanto fray Pedro como el donante. Es cuando aparece Juan de Narbona quien hace un nuevo legado y construye una modesta capilla y cuatro celdas para los franciscanos. Como el nuevo donante era devoto de la virgen del Pilar de Zaragoza pone como condición que la iglesia permanezca bajo su advocación.
La iglesia Nuestra Señora del Pilar
En 1717 se firma la escritura de compromiso entre el comerciante Juan de Narbona y el capitán Valdez e Inclán. Los frailes Recoletos construían sus conventos en zonas apartadas, ya que se dedicaban a la oración. De manera que tenían un particular interés por instalarse en la antigua quinta de Los Ombúes. Según algunos historiadores los planos se deben a los hermanos jesuitas alemanes Juan Kraus y Juan Wolf. Otros piensan que fueron los hermanos jesuitas Bianchi o Blanqui y Prémoli, autores de importantes obras en Buenos Aires como la antigua Catedral, el Cabildo, la Iglesia de San Ignacio y Nuestra Señora de la Merced. En Córdoba construyeron la Catedral también. Como en aquella época había muy pocos arquitectos y estos tenían experiencia se les confiaba la mayoría de los edificios. También está la posibilidad de que todos ellos trabajaran en la construcción de la iglesia y el convento en distintos períodos o sólo colaborasen en el diseño de algunos planos.
Las obras comienzan 1715 y en 1718 estaba terminado el primer claustro. En 1721 se terminó el segundo claustro. En 1725 se termina la iglesia siendo posible que la fachada sea obra del padre Bianchi. Mientras se edificaba el templo, Narbona construía su casa al lado, donde hoy funcionan las oficinas del Cementerio y bajo su solado se encuentran las ruinas de la antigua vivienda de catorce cuartos. Fray Diego de Cevallos viaja a España en 1721 y regresa con ocho religiosos.
El altar mayor fue obra de Domingo Mendízabal, Ignacio de Arregui y Miguel de Careaga. En 1731 se colocó la campana San Antonio de Padua en la espadaña. Se termina la torre de 30 metros y se inaugura la iglesia el 12 de octubre de 1732. Es la iglesia más antigua de nuestra ciudad conservada en su estilo original barroco. San Ignacio que es anterior solo conserva de su construcción una torre y la fachada. En 1779 se modificó la fachada para ubicar el altar de las reliquias y el baptisterio enfrente creando un atrio cerrado. En 1821 el Gobernador Martín Rodríguez y su Ministro de Gobierno Bernardino Rivadavia, expulsaron a los frailes de la Recolección expropiando todos sus bienes, quedando cerrada la iglesia por varios años y en la antigua huerta se creó el Cementerio de la Recoleta. En 1834 se destinó el Convento a asilo de mendigos y luego de ancianos.
Recién en 1866 se colocó el reloj inglés en la espadaña y se colocó la actual reja en lugar de un muro de ladrillos. En 1881 el arquitecto Buschiazzo construye la fachada del cementerio. En 1891 se amplió el templo y a comienzos del siglo veinte se hacen modificaciones que dañan su estilo exterior e interior, pintándose frescos en los techos del templo y agregándose estatuas en su fachada. En 1932 gracias al arquitecto Millé la iglesia vuelve a su estilo original. En 1936 el Papa Pío XI la eleva a basílica y el 21 de mayo de 1942 se la declaró monumento histórico nacional. A partir de 1994 se inicia la restauración definitiva de la iglesia recuperando el color blanco en su fachada, como la puesta en valor de cada altar.